jueves, 1 de octubre de 2009

VIVIR DEL SOL

Sabía que no estaba loco, había decidido vivir del sol con una seguridad tal en su decisión que no se planteó que pudiera ser fruto de un desequilibrio de su mente, lo asumía como quién decide con firmeza beber mas agua o pasear mas. No era ningún tipo de gurú, ni quería extender un mensaje mesiánico a quien le quisiera escuchar. Seguiría con su vida normal, nadie tendría porque notarlo. Pero el quería vivir del sol, solo de mirarlo directamente, que fuera su único alimento. Ni se planteaba una posible ceguera. Únicamente aprovecharía los primeros rayos de la mañana y los últimos del atardecer, empezaría gradualmente conforme sus ojos fueran acostumbrándose. Convencido de que con poco le bastaría, el primer día solo miró un segundo por la mañana y un poquito mas por la tarde, apenas una fracción mas. Asumió con naturalidad la pequeña molestia que le produjo su enfrentamiento con el astro rey, como quién se da cuenta de que se ha pasado de sal al cocinar un plato. Era cuestión de cogerle el punto. En función de sus necesidades diarias aprendió a calcular el tiempo exacto que necesitaba mirar. Se sentía bien, muy bien, sin que le fuera posible concretar si le era mas beneficioso el sol que su firme convencimiento en lo natural de la idea, el haber asumido que tal vez las necesidades de un hombre se reduzcan a enfrentarse sin luchar a la verdadera y total fuerza de la naturaleza.
Voy a buscar un sol que se deje mirar. Y tú, ¿que miras?

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